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En 1973 Gamo lanza al mercado la primera carabina española con un sencillo pero, efectivo, sistema antirretroceso mejorando exponencialmente la precisión del arma. La carabina, en cuestión, ya trae el disparador de su hermana Gamo 45s64 que tantos triunfos dió al tiro deportivo español en la década anterior y principios de los 70. También hereda su cañón de demostrada precisión en competiciones nacionales e internacionales.
El sistema para contrarrestar el pequeño retroceso de las armas de aire comprimido de resorte es bien sencillo.
La cámara de potencia y el cañón, lo que se llama la impronta, va montada sobre unas pequeñas varillas de sección circular que le permiten moverse unos pocos milímetros hacia adelante y hacia atrás.
A su vez todo el conjunto descansa en los propios soportes de las varillas dejando así libre el movimiento de la impronta. Estos soportes van atornillados a un armazón de acero prensado donde a su vez se atornillan en él la culata, el guarda manos (chimaza para los puristas) y el guardamonte.
Una vez todo montado cuando quebramos el cañón para amartillar el arma la impronta se desliza unos 4mm hacia adelante y se queda anclada mientras el arma está amartillada.
Cuando disparamos, la impronta retrocede esos 4 milímetros a la vez que el muelle se libera hacia adelante contrarrestando el pequeño retroceso del arma ya que los movimientos no se transfieren al armazón ni a la culata que es por donde tenemos cogida el arma. La carabina se llamó Gamo Statical.
Dos años más tarde Gamo incorpora a la Statical el famoso sistema de repetición Gamo Gamatic y crea la Gamo Stamic. De este modo une de un plumazo la precisión de la Statical y la cadencia de tiro de la Gamo Gamatic. Dos propiedades que en una carabina son fundamentales. ¿Es o no es especial?.